En 1997, más o menos, un adjunto del servicio de pediatría del hospital donde yo trabajaba leyó en sesión clínica este informe en el que un trabajador portugués explica a su compañía de seguros como sucedió el accidente. Pocas veces en mi vida me he reído tanto:
AO TRIBUNAL JUDICIAL DA COMARCA DE CASCAIS
Exmos. Senhores
Em resposta ao seu gentil pedido de informações adicionais, esclareço:
No quesito 3 da comunicação do sinistro
mencionei “tentava fazer o trabalho sozinho” como causa do meu acidente.
Na vossa carta V.Excas. pedem-me uma explicação mais pormenorizada,
pelo que espero que sejam suficientes os seguintes detalhes: Sou
assentador de tijolos e, no dia do acidente, estava a trabalhar sozinho
no telhado de um prédio de 6 (seis) andares. Ao terminar o meu trabalho,
verifiquei que haviam sobrado 250 kg de tijolos. Em vez de os levar à
mão para baixo (o que seria uma asneira), decidi, num acesso de
inteligência, colocá-los dentro de um barril, e, com a ajuda de uma
roldana, a qual felizmente estava fixada em um dos lados do edifício
(mais precisamente no sexto andar), descê-lo até ao rés do chão.Desci ao
rés do chão e atei o barril com uma corda e subi para o sexto andar de
onde puxei o dito cujo para cima, colocando os tijolos no seu interior.
Retornei em seguida para o rés do chão, desatei a corda e segurei-a
com força para que os tijolos (250 kg) descessem lentamente (denotar que
no quesito 11 informei que meu peso oscila em torno de 80
kg.). Surpreendentemente porém, senti-me violentamente alçado do chão e,
perdendo a minha característica presença de espírito, esqueci-me de
largar a corda. Acho desnecessário dizer que fui içado do chão a grande
velocidade. Nas proximidades do terceiro andar, dei de cara com o barril
que vinha a descer. Ficam pois explicadas as fraturas do crânio e das
clavículas.Continuei a subir a uma velocidade um pouco menor,
e apenas parei quando os meus dedos ficaram entalados na roldana.
Felizmente, nesse momento já recuperara a minha presença de espírito e
consegui, apesar das fortes dores, agarrar a corda. Simultaneamente, no
entanto, o barril com os tijolos caiu ao chão, e partiu o fundo. Sem os
tijolos, o barril pesava aproximadamente 25 kg (novamente refiro-me ao
meu peso indicado no quesito 11). Como podem imaginar comecei a cair
vertiginosamente agarrado à corda, sendo que, próximo do terceiro andar
quem encontrei? O barril, que vinha a subir. Ficam pois explicadas as
fraturas dos tornozelos, as lacerações das pernas.
Felizmente, a redução da velocidade da minha descida, veio minimizar o
meu sofrimento quando cai em cima dos tijolos em baixo, pois,
felizmente só fraturei três vértebras.
Lamento, no entanto, informar ainda que, aínda houve agravamento do sinistro, pois quando me encontrava caído sobre os tijolos, incapacitado de me levantar, e vendo o barril acima de mim, perdi novamente a minha decantada presença de espírito, e larguei a corda. O barril, que pesava mais do que a corda, desceu e caiu em cima de mim, partindo-me as pernas.
Espero ter fornecido as informações complementares, que me haviam sido solicitadas.
Esclareço assim que este relatório foi escrito pela minha enfermeira, pois os meus dedos ainda guardam a forma da roldana.
Para los que no entiendan portugués:
Lamento, no entanto, informar ainda que, aínda houve agravamento do sinistro, pois quando me encontrava caído sobre os tijolos, incapacitado de me levantar, e vendo o barril acima de mim, perdi novamente a minha decantada presença de espírito, e larguei a corda. O barril, que pesava mais do que a corda, desceu e caiu em cima de mim, partindo-me as pernas.
Espero ter fornecido as informações complementares, que me haviam sido solicitadas.
Esclareço assim que este relatório foi escrito pela minha enfermeira, pois os meus dedos ainda guardam a forma da roldana.
Para los que no entiendan portugués:
Excelentísimos señores: soy asentador de ladrillos.
El pasado día 8 de junio estaba trabajando solo en el
tejado de un edificio de seis pisos. Cuando acabé mi trabajo verifiqué
que me habían sobrado, més o menos, 250 kilos de ladrillos. En
vez de llevarlos a mano para abajo, decidí colocarlos dentro de
un bidón y con la ayuda de una roldana, que felizmente estaba
fijada en uno de los lados del edificio en el sexto piso, hacerlos
descender. Descendí y até el bidón con una cuerda y me fui hacia
el tejado. Empujé el bidón hacia arriba y coloqué los ladrillos
dentro. Volví para abajo, desaté la cuerda y la aseguré
con fuerza, de modo que los 250 kilos de ladrillos descendieran
despacio. Como yo solo peso 80 kilos, cual fue mi sorpresa cuando
repentinamente me elevé del suelo, perdí mi presencia de animo
y me olvidé de soltar la cuerda.
No es necesario decir que fui izado del suelo a gran velocidad. En
las proximidades del tercer piso, choqué de cara contra el bidón que descendía,
lo que explica la fractura de cráneo y la clavícula partida. Continué
subiendo a una velocidad ligeramente menor, no parando hasta que
mis dedos quedaron enganchados en la roldana.
Felizmente ya habia recuperado mi presencia de animo y conseguí,
a pesar de los dolores, seguir agarrado a la cuerda. Más
o menos al mismo tiempo, el bidón con los ladrillos cayó al suelo
y el fondo se partió. Sin los ladrillos el bidón pesaba mas o
menos 25 kilos. Como pueden imaginar, comencé a descender rápidamente.
Cerca del tercer piso me encontré con el bidón que subía, lo que
explica la fractura de los tobillos y las laceraciones en las
piernas. Al encontrarme con el bidón,
disminuyó la velocidad de mi descenso lo suficiente como para
minimizar mis sufrimientos cuando caí encima de los ladrillos, pues felizmente sólo me fracturé tres vertebras.
Lamento,
sin embargo, informar que cuando me encontraba caído encima de
los ladrillos, con dolores e incapacitado para levantarme, viendo el bidón encima de mí, perdí nuevamente la presencia de ánimo
y solté la cuerda. El bidón pesaba mas que la cuerda, entonces
descendió y cayó encima de mis piernas. Este hecho me provocó
la fractura inmediata de ambas extremidades.
Espero haber dado información detallada de la forma en
la que sucedio el accidente.
Les aclaro que este relato ha sido escrito por mi enfermera, puesto que mis dedos aún conservan la forma de la roldana.
Parece que este suceso es real y fue juzgado en Cascais... Pobre tipo...
Que mala eres, reírte de un desgraciado tonto... (Llevo un minuto sin parar de reír cada vez que me imagino al tipo subiendo y bajando seis pisos...)
ResponderEliminarEs que no te puedes imaginar cómo nos reíamos, con la presencia de espíritu del tipo... Hicimos fotocopias (de aquélla internet estaba empezando), y lo fuimos leyendo por todo el hospital. Fue famoso.
ResponderEliminarSiempre, siempre, siempre, y mucho más en el ámbito sanitario, la realidad supera con creces (6 pisos de creces) la ficción...
ResponderEliminarAnimalito...
(Que sepas que me duele el costado, y no por culpa del barril, sino de la panzada de reír que llevo...)
Me lo imagino totalmente, de verdad que estuve como lela, riéndome entre dientes imaginándome la escena... Que fuerte.
ResponderEliminarSe lo leí a Suso ayer antes de acostarnos y se le saltaban las lágrimas. Tuve qué hacerle callar varias veces para que no despertara a los niños con las carcajadas. Al final me dio las gracias por acabar el día e maneara tan divertida. Te las traspaso, chata.
ResponderEliminarjajajajajaja que panzaaa a llorar de risa. Me he tenido que reir como "pulgoso" para no dar carcajadas y despertar a la familia que ya duerme al completo.
ResponderEliminar¡¡ Qué bueno !! llevo varios días buscando tiempo para leerlo, pues ya sabía que tenía que se de traca por los comentarios de las compis.