lunes, 20 de junio de 2016

Visita




He ido con Marita a visitar a don Enrique a Molinoviejo. Nos faltaba una pieza esencial, pero no ha podido escaparse... Hemos entrado por esta puerta y nos ha enseñado la casa antigua. 

Hemos visto el cuarto de estar, el oratorio y la habitación que ocupaba san Josemaría. Le robo las fotos al blog de don Enrique, http://pensarporlibre.blogspot.com.es, porque no me he atrevido a hacerlas yo... 





Luego nos hemos sentado en el jardín, y hemos disfrutado de una merienda como sólo se toman en Molino. Donen nos ha contado historias deliciosas, nos ha enseñado a distinguir el canto de las oropéndolas y nos ha oído los rollos con resignación y paciencia. 

Hemos visitado a la VIrgen en la Ermita. Cada vez que entro allí, se me rebobina la cinta y me siento otra vez la chavala tonta que vio por primera vez esta Ermita y a su Dueña a los quince años. Y doy gracias a Dios por traerme de vuelta una y otra vez. 

lunes, 13 de junio de 2016

El anciano cura

Voy con relativa frecuencia a la Parroquia de la Presentación de Moratalaz. Es una especie de reposo del guerrero en medio del bullicio de un barrio especialmente bullicioso. Hay Adoración permanente, en una capillita lateral. Hay misa diaria con una asistencia llamativa (más de cien personas a las nueve de la mañana de un martes). Hay sacerdotes confesando mucho rato.
Y hay un sacerdote mayorcísimo. La espalda encorvada le hace parecer más bajo de lo que es. Las mejillas chupadas, las manos delgadísimas. Debe tener algún problema serio de corazón o de pulmón. Camina muy despacio. Se para a respirar cada tres o cuatro palabras. Concelebra siempre, y lee el Evangelio. Como para a tomar aliento, el Evangelio parece más solemne, más importante aún.
Estas Navidades fui dos o tres veces a rezar y me encuentro con el ensayo del coro. Me siento detrás en la capilla, el coro en primera fila de la nave principal, veía tres o cuatro espaldas y nada más. Cantaban bien, y había unas castañuelas marcando el ritmo con un repique alegre y elaborado. Haciendo florituras, gustándose. Cuando ya me iba, al levantarme me di cuenta. Las castañuelas las tocaba el cura anciano. No tiene fuelle para cantar, pero dirigía el coro a castañuelazo limpio, con un entusiasmo y un brillo en los ojos, que daba gloria verlo.Y daba gloria a Dios.
Y esa imagen se me ha quedado grabada.