domingo, 27 de abril de 2014

Galleguiña

Un pobre paisano de una aldea de Pontevedra estaba acostado en su cama, con una enfermedad terminal, le quedaban pocas horas de vida.

De repente huele el aroma de la comida que más le gustaba: unas empanadas
caseras de carne recién hechas !!
Para él no había nada mejor en el mundo que las empanadas de su mujer
Cirila..

Haciendo un esfuerzo sobrehumano dirigiéndose al comedor, empieza a percibir
el vapor que lleva el aroma a masa de carne y cebolla que desde la cocina emanaba.

Llega hasta la mesa de madera donde se encontraban extendidas las suculentas
empanadas doraditas, recién hechas y toma una, viendo que sus esfuerzos habían valido la pena, sería como su último deseo, cuando
repentinamente... zás... siente un fuerte golpe de cucharón en la cabeza que merma sus facultades y
casi lo hace caer presa de la debilidad de sus piernas.


Tratando de no desplomarse al suelo hace un giro por voltear la vista,
alcanza a ver a su mujer con un cucharón de hierro en la mano, diciéndole:
  • Ni se te ocurra!!!! Que son pa'l velatorio...!

domingo, 20 de abril de 2014

Del Papa

Extracto de la homilía del Papa en la Vigilia Pascual


 

"Que vayan a Galilea; allí me verán".
Galilea es el lugar de la primera llamada, donde todo empezó. Volver allí, volver al lugar de la primera llamada. Jesús pasó por la orilla del lago, mientras los pescadores estaban arreglando las redes. Los llamó, y ellos lo dejaron todo y lo siguieron (cf. Mt 4,18-22).
Volver a Galilea quiere decir releer todo a partir de la cruz y de la victoria. Releer todo: la predicación, los milagros, la nueva comunidad, los entusiasmos y las defecciones, hasta la traición; releer todo a partir del final, que es un nuevo comienzo, de este acto supremo de amor.
También para cada uno de nosotros hay una «Galilea» en el comienzo del camino con Jesús. «Ir a Galilea» tiene un significado lindo, significa para nosotros redescubrir nuestro bautismo como fuente viva, sacar energías nuevas de la raíz de nuestra fe y de nuestra experiencia cristiana. Volver a Galilea significa sobre todo volver allí, a ese punto incandescente en que la gracia de Dios me tocó al comienzo del camino. Con esta chispa puedo encender el fuego para el hoy, para cada día, y llevar calor y luz a mis hermanos y hermanas. Con esta chispa se enciende una alegría humilde, una alegría que no ofende el dolor y la desesperación, una alegría buena y serena.
En la vida del cristiano, después del bautismo, hay también una «Galilea» más existencial: la experiencia del encuentro personal con Jesucristo, que me ha llamado a seguirlo y participar en su misión. En este sentido, volver a Galilea significa custodiar en el corazón la memoria viva de esta llamada, cuando Jesús pasó por mi camino, me miró con misericordia, me pidió que lo siguiera; recuperar la memoria de aquel momento en el que sus ojos se cruzaron con los míos, el momento en que me hizo sentir que me amaba.
Hoy, en esta noche, cada uno de nosotros puede preguntarse: ¿Cuál es mi Galilea? ¿Dónde está mi Galilea? ¿La recuerdo? ¿La he olvidado? He andado por caminos y senderos que me la han hecho olvidar. Señor, ayúdame: dime cuál es mi Galilea; sabes, yo quiero volver allí para encontrarte y dejarme abrazar por tu misericordia.
El evangelio de Pascua es claro: es necesario volver allí, para ver a Jesús resucitado, y convertirse en testigos de su resurrección. No es un volver atrás, no es una nostalgia. Es volver al primer amor, para recibir el fuego que Jesús ha encendido en el mundo, y llevarlo a todos, hasta los confines de la tierra.
«Galilea de los gentiles» (Mt 4,15; Is 8,23): horizonte del Resucitado, horizonte de la Iglesia; deseo intenso de encuentro… ¡Pongámonos en camino!

viernes, 18 de abril de 2014

Viernes

Marco asomó la cabeza con cuidado. Los soldados acababan de arrastrar al preso al interior del fortín de la guarnición. No era probable que el rebelde fuera peligroso, no después de la brutal paliza que había recibido. Aun así, Marco era precavido por naturaleza, y por experiencia.

El judío estaba sentado en una esquina, los antebrazos apoyados sobre las rodillas, la cabeza gacha, jadeando como si hubiera corrido durante horas. No era la primera vez que Marco veía un flagelado, y sabía que en breve comenzarían los temblores.

El hombre levantó la cabeza y fijó los ojos en Marco. Un primer impulso de pánico se desvaneció al momento, al ver que en lugar de la mirada enloquecida, llena de odio o de pavor de los presos habituales, aquellos ojos transmitían serenidad. Calma. Dulzura.

Un calor extraño se instaló en su pecho y sintió que se le llenaban los ojos de agua. Hizo un esfuerzo para contener las lágrimas, y se concentró en su objetivo. Estaba allí un poco por curiosidad y otro poco por oportunismo. Algunos presos tenían objetos de valor más que dudoso, pero para Marco, cualquier cosa era buena.

- ¿Quieres que le de algún mensaje a tu familia? Tu esposa, tus hijos. ¿Tienes algo que quieras que les entregue?

Normalmente con estas palabras era suficiente. Los condenados rebuscaban cualquier cosa que pudiera tener un mínimo valor, ya fuera monetario o sentimental, para enviar a la familia. Cinturones, sandalias, anillos (si habían conseguido hurtarlos a los soldados). Marco vendía su botín sin muchos remilgos. Se justificaba diciendo que los despojos del muerto servirían de doloroso recuerdo a la familia. Además, a él le hacía más falta, sin duda.

La madre de Marco había muerto el año anterior, unos días antes de que él cumpliera doce años. Había sido amante de un general, decía, y guardaba como recuerdo los restos remendados y desteñidos de una toga púrpura. Se ganaba la vida haciendo recados para la guarnición, cocinando, lavando, recomponiendo ropa o calzado. Las malas lenguas decían que tenía otros talentos y otras fuentes de ingresos. No sabía quién era el padre de Marco, y el muchacho se había metido en muchas peleas por ese motivo.

El judío no contestó a su pregunta. Simplemente le miró, y le sonrió. Una sonrisa hermosa, amable, completamente fuera de lugar en esa situación. Marco se preguntó si el hombre estaba tan loco como decían. Al fin y al cabo, se creía hijo de Dios. Visto que no parecía nada violento, se acercó más a él. La sonrisa del preso se hizo más amplia y más dulce. Y a Marco se le cortó la respiración. Quiso decirle algo, pero las palabras que salieron de su boca no eran las que había pensado.

- ¿Es verdad que eres hijo de Dios?

El hombre habló por primera vez, con la misma dulzura que transmitían sus ojos y su sonrisa.
- Sí, lo soy. Y tú también lo eres.

Una oleada de rabia y confusión se apoderó de Marco, y apretó los puños. ¡Elmiserable judío se estaba mofando de él! Mientras se pensaba si se atrevería a golpear al reo, éste habló de nuevo.
 
- No te enfades, Marco, Sé quién era tu madre y sé quién eres tú. Y te repito, Dios es tu Padre. Y te quiere con locura.
 
En ese momento el hombre empezó a temblar, primero suavemente, y en seguida con terribles sacudidas. Marco sabía que era normal, la reacción tras el enorme esfuerzo físico de soportar la flagelación. Sin embargo, se sintió invadido por una gran ternura y un deseo tremendo de cuidar de aquel hombre, y salió corriendo hacia el cuchitril donde guardaba sus cuatro trastos. Volvió al cabo de unos minutos, con su más preciada posesión: la toga púrpura heredada de su madre. La extendió cuidadosamente sobre el judío tembloroso, que le respondió con una mirada de gratitud y una sonrisa que recordaría toda la vida.
 
Los soldados entraron entonces, entre carcajadas y maldiciones. Llevaban una especie de casco hecho de espinos, que estaban acabando de trenzar. Uno de ellos se había pinchado la mano y profería terribles juramentos. Los otros, viendo al preso cubierto con la toga, se echaron a reír.
 
- ¡Marco, chaval, eres único! ¡Le faltaba la toga para parecer realmente el rey de los judíos!
 
Pusieron a Jesús de pie entre varios, mientras le colocaban en la cabeza brutalmente el casco de espinos. Él se dejó hacer con mansedumbre, a pesar de que su rostro se crispó cuando las púas se clavaron en su piel. Le sacaron a empujones y gritos, mientras Marco, inmóvil, contemplaba la escena. Jesús se volvió a mirarle, inclinó la cabeza y siguió a sus torturadores.
 
 
 

lunes, 7 de abril de 2014

Abandono (y IX)

Día 9
 
Orad siempre con esta predisposición de entrega y obtendréis una gran paz y grandes frutos, incluso cuando Yo os hago la gracia de la inmolación de reparación y de amor que impone el sufrimiento. ¿Te parece imposible? Cierra los ojos y ruega con toda tu alma: "Jesús, ocúpate Tú". No temas, Yo me ocupo. Y tú bendecirás mi nombre humillándote.  Mil oraciones no pueden igualar un solo acto de abandono, recuérdalo bien. No hay novena más eficaz que ésta:
 
"OH, JESÚS, EN TI ME ABANDONO, OCÚPATE TÚ"
ENTRÉGATE A MI CORAZÓN Y....VERÁS.

domingo, 6 de abril de 2014

Abandono (VIII)

Día 8

Cerrad los ojos y dejaos llevar por la corriente de mi gracia, cerrad los ojos y dejadme obrar, cerrad los ojos y no penséis en el momento presente, alejad el pensamiento del futuro como si fuera una tentación. Reposad en Mí confiando en mi bondad y os juro por mi amor que, diciéndome con entrega: "OCÚPATE TÚ", yo me ocupo plenamente, os consuelo, os libero y os oriento.

(Repetir 10 veces)
Oh Jesús, me abandono por completo en ti, hazte cargo de todo.

sábado, 5 de abril de 2014

Abandono (VII)

Día 7

Yo hago milagros en proporción al pleno abandono en Mí y a vuestra despreocupación: ¡distribuyo tesoros de Gracias cuando vosotros os halláis en extrema pobreza!

Nadie hace milagros con razonamientos o pensamientos, ni siquiera los santos.

Quien se entrega a Dios obra conforme a la voluntad divina. Cuando veas que las cosas se complican no lo pienses más, porque tu mente se obsesiona y para ti es difícil distinguir el mal y confiar en mí sin pensar en tí.

Confía en Mí a menudo, distrayéndote de ti mismo. Compórtate así con todas tus necesidades. Obrad así todos y veréis milagros inmensos, continuos y silenciosos. Os lo juro por mi Amor: yo me ocuparé, os lo aseguro.

(Repetir diez veces)
Oh, Jesús, me abandono por completo en ti, hazte cargo de todo.

jueves, 3 de abril de 2014

Como desees

 

Aquel día descubrió con asombro que cuando él decía "como desees", en realidad significaba "te amo"

"Como desees" me recuerda un poco a "hágase tu voluntad". Luego la frase quedaría: hágase tu voluntad, quiero hacer tu voluntad, porque te amo. Me ha parecido una buena idea para esta Cuaresma.

Abandono (VI)

Día 6

No podéis dormir, queréis evaluarlo todo, analizarlo todo, pensar en todo y así os entregáis a las fuerzas humanas o, peor aún, a los hombres, confiando en su intervención. Esto es lo que obstaculiza mis Palabras y mis Proyectos. ¡Oh, cómo deseo que os entreguéis a Mí por vuestro bien y cómo me duele veros agitados!
Satanás desea justamente esto: agitaros para alejaros de mi acción e impulsaros hacia las iniciativas humanas. Por eso debéis confiar sólo en Mí, descansar en Mí, entregaros plenamente a Mí.

(Repetir diez veces)
Oh Jesús, me abandono por completo en ti, hazte cargo de todo.
 

miércoles, 2 de abril de 2014

Abandono (V)

Día 5

Y cuando debo conduciros por un camino diferente del que vosotros vislumbráis, Yo os preparo, os llevo en mis brazos; haré que os encontréis, igual que un niño que se ha dormido en brazos de su madre, al otro lado del río.
Lo que os desespera y os hace un inmenso mal es vuestro razonamiento, vuestro pensamiento, vuestra preocupación y vuestra obstinación en resolver por vosotros mismos los problemas que os afligen.

Repetir 10 veces
Oh Jesús, me abandono por completo en ti, hazte cargo de todo.

martes, 1 de abril de 2014

Abandono (IV)

Día 4

¿Ves que la enfermedad se agudiza en lugar de aliviarse? No te desanimes, cierra los ojos y pídeme con fe: "Hágase tu voluntad, ocúpate Tú". Te digo que Yo me ocupo, intervengo como médico y realizo un milagro cuando es necesario. ¿Ves que el enfermo empeora? No desesperes, cierra los ojos y ora: "encárgate Tú". Te digo que Yo me haré cargo y que no hay medicina más poderosa que mi intervención amorosa. Por mi amor, te hago esta promesa.

Repetir diez veces
Oh , Jesús me abandono por completo en ti, hazte cargo de todo.