El cielo está gris y pesado, hace un viento frío que corta, y en cualquier momento podría caer una buena. Sin embargo, por estos lares ya ha llovido, y como siempre, no a gusto de todos.
No podía esperar que todo fuera un camino de rosas, y sabía que con esta piedra iba a tropezar, así que no me extraña. Pero sigue siendo doloroso. Porque, además, no le veo una solución fácil. Cuando la piedra mide casi dos metros y pesa casi 100 kilos, en sentido literal y figurado, las posibilidades de moverla son escasas.
Total, que mi gozo en un pozo, o al menos en un charquito.
Hoy he perdido.
Veremos mañana.
P.S: Ya no canto a voces, pero creo que en un ratito podría empezar a tararear
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