Movistar me mata

Hace más de 7 meses que dejé de fumar. Ya prácticamente no me acuerdo del tabaco. No me apetece el pitillito de después de comer, ni el del café, ni el de después de acostar a las niñas, aunque ese era el mejor de todos. El único momento en el que necesito, verdaderamente, un pitillo, es cuando tengo que tratar con Movistar. Es oír la musiquita y empezar a buscar el paquete. Es alucinante el estrés que me produce. La frustración, la indignación, el cabreo manifiesto.
Ahora se ha estropeado el móvil de mi marido. Era previsible, dado que es el mismo modelo que se me escoñó a mí hace unos meses y que los compramos al tiempo. Empieza la búsqueda del Santo Grial, o lo que es lo mismo, conseguir que Movistar te de un teléfono. Como nuestros horarios laborales son, cuando menos, surrealistas, la idea es conseguir un teléfono que se pueda sincronizar con el calendario de Outlook. No necesita nada más, ni cámara, ni internet ni nada.
Primero llama él. Claro, después de cambiar mi móvil, los puntos se han reducido a la mínima expresión. Le dan un código para canjear por un teléfono ZTE. ¿Te suena? Pues a mí tampoco. En las tiendas Movistar se carcajean, ese teléfono no lo vas a encontrar en ningún lado, llama que te lo cambien.
Llamo yo, que al menos me entero algo. Me dicen que me anulan el código, que vaya a una tienda y elija el que necesito, que allí me informarán mejor de las características del terminal. Allí me dirijo.
Entro en la tienda, espero mi turno, explico lo que necesito. Respuesta:
- Uy, es que es un mes muy malo para comprar un teléfono.
Sé que es mal mes para comprar un melón o para las sardinas. Lo del móvil lo ignoraba. Busco la cámara oculta, a Almodóvar por algún lado, no lo encuentro. El dependiente elabora:
- Es que Samsung nosequé de Symbian, Nokia asldtfa gg Windows Phone, Android añlsf ... Vamos, que mejor te vengas el mes que viene. (Continuará)