Últimamente miro mucho al cielo. Y en esta zona, tan llana, hay mucho cielo que mirar. El cielo de Castilla llega hasta el suelo, y por aquí consta básicamente de tres elementos: nubes, avionetas y pájaros.
Pájaros hay montones. Mis amplios conocimientos de la materia me permiten distinguir según tamaños (grandes, medianos y chicos) y colores (negros y cualquier otro).
Total, que ayer, volviendo a casa, paso como todos los días por los campos de fútbol dedicados a Iker Casillas (chaval que me cae rematadamente bien, me parece que debería tener en su casa al menos la mitad de la copa del mundo, y además me parece sencillo y tierno, y que nos lo digan a todas las marujas del país que nos emocionamos con el asunto ese de la entrevista y el beso).
Es una zona de la carretera de Extremadura que habitualmente huele bastante mal, nunca he sabido porqué. La cosa es que venía conduciendo, poco tráfico, iba mirando las nubes de reojillo, y de repente cruzan la carretera 6 u 8 pájaros, especie: grande, subespecie: cualquier otro color. Volaban relativamente cerca, y me parecieron patos. ¿Patos? ¿En Móstoles? Ya serán cigüeñas, dije para mí.
Bueno, pues esta mañana, yendo a trabajar, ha pasado paralelo a mi coche lo que era, sin lugar a dudas, un pato. Gordo y lustroso, por más señas, volaba muy bajo y muy cerca. Lástima de reflejos, porque si llego a bajar la ventanilla a tiempo, de una sardineta soluciono la cena de los próximos tres días...
¿Patos voladores a ras de suelo? Debías estar cruzando las Tablas de Daimiel, o Doñana, de ahí vendría el mal olor.
ResponderEliminarNo entiendo nada de pajaritos ni de patos, pero es una maravilla, en los cielos del Madrid pre-primaveral, ver bandas de pájaros volando de un lado para otro, supongo que volviendo a Europa, como si fueran emigrantes tras las vacaciones.