Veo a los musulmanes, que cada vez con más frecuencia, se mueven entre nosotros. Y me llama la atención la militancia que hacen de su fe. Sé que es en la mayoría de los casos una táctica. Buscan la confrontación porque, como dijo Gaddafi, quieren conquistar Europa, no con la espada sino con la demografía.
Pero los cristianos, mayoría abrumadora en nuestro país, vamos por la vida como de tapadillo. Que no se nos note.
En mi trabajo, sólo hay una compañera que, sin hacer ostentación, deja claro que ella es cristiana y practicante. No porque lo diga, sino por su forma de comportarse. Por su lenguaje, por su serenidad, yo que sé porqué, pero se le nota a la legua.
Todo el mundo lo dice:
- Uy, ésa, es del opus.
Falso, pero da igual. Ya te han puesto la etiqueta, ya la llevas para siempre. Y lo dicen como algo entre ridiculo y ofensivo. Ahora no está bien visto ser católico. Hay que disimular. Si no lo haces, eres una beata o del opus.
Quizá porque a los demás les (nos) fastidia que otros se atrevan a actuar con coherencia y ellos (nosotros) no. Entonces se finge ser una cosa que no se es: el no practicante (bonita figura que supone una cota de incoherencia monumental. Tú crees en Dios, pero no en la Iglesia. Pues a mí que me lo expliquen, porque creo que alguien importante dijo algo como: Tú eres Pedro y sobre esa piedra edificaré mi iglesia). Y entonces pasa algo imprevisto: empiezas a comportarte como lo que no eres y acabas siendo como te comportas. Un cómodo. Un blando, un tibio. En una palabra, un mierda. Y entonces te sientes mal sin saber porqué (sí lo sabes, sí, pero cada vez te es más fácil ocultarte a tí mismo la verdad), y estás de mala leche todo el día y claro, te jode mogollón el que parece que está a gusto consigo mismo, y zas, ya le cayó el sanbenito.
Pues ojalá que algún día digan lo mismo de mí. Si consigo que que alguien diga:
- Coño, que le ha dado a ésta, que parece otra!
Y se piense por qué, me daré por muy satisfecha.
Interesante reflexión la que haces. En mi particular, se me junta en ocasiones la envidia ante la gente que realmente es capaz de ir con la cabeza bien alta con sus ideas, sean cuales sean. Es una actitud.
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